lunes, enero 24, 2005

Siento que alguien me observa

Los supermercados y almacenes tienen la obligación de minimizar las pérdidas causadas por el robo de artículos dentro de sus tiendas, así como de protegerse de los fraudes con tarjetas de crédito y sus similares.

Pero (para todo un “pero”) a veces los medios utilizados resultan un tanto intimidantes para los compradores.

Por ejemplo, en Costco, en donde en algunas horas del día parece que el número de vigilantes sobrepasa al de compradores. Sus “guaruras” de la mercancía son bastante fáciles de reconocer por el radio de dos vías y por la actitud observadora que ya quisiéramos que imitaran muchos verdaderos guardianes de la ley.

A eso hay que incluir el pecado del cliente de pagar con tarjeta de crédito, en donde la mismísima credencial de la mismísima tienda no es considerada por ellos como identificación suficiente. Inclusive, hemos conocido de casos de clientes que han sido amonestados por anotar los precios de la mercancía en un papel.

Estas tiendas tienen todo el derecho de protegerse de los amantes de lo ajeno, pero considerar a cada cliente como una Winona Ryder en potencia no ayuda mucho a mantener satisfecha a los socios.

Saludos.